Comentario
Ningún manuscrito bizantino testimonia mejor esta moda clásica que se produce en la renovación macedónica que el Salterio griego 139 que se conserva en la Biblioteca Nacional de París, el más célebre de todos los manuscritos bizantinos. Las catorce miniaturas a toda página ilustran los "Salmos y Odas" del Antiguo Testamento en griego y su relación es como sigue:
Folio 1, verso: David componiendo salmos.
Folio 2, verso: David da muerte al león.
Folio 3, verso: David ungido por Samuel.
Folio 4, verso: David y Goliat.
Folio 5, verso: La entrada de David en Jerusalén.
Folio 6, verso: La coronación de David.
Folio 7, verso: La exaltación de David.
Folio 136, verso: La penitencia de David.
Folio 419, verso: Moisés cruzando el mar Rojo.
Folio 422, verso: Moisés en el monte Sinaí.
Folio 428, verso: La oración de Santa Ana.
Folio 431, verso: La historia de Jonás.
Folio 435, verso: La plegaria de Isaías.
Folio 446, verso: La oración de Ezequías.
Han desaparecido los sombríos retratos de los profetas y santos, el tono amenazador de las imágenes oficiales, las representaciones de la distante Divinidad. En vez de todo eso, David tañe su arpa en un ambiente pastoril que podría proceder de la casa de Livia, abundan las ninfas y personificaciones -la Noche o la Montaña como representaciones de fenómenos de la naturaleza- y en el Paso del mar Rojo hay un estudio de un desnudo masculino y otro femenino que sorprenden por su maestría.
Por sus rostros nobles, las proporciones armoniosas de la forma y la estructura, tanto de los cuerpos como de los edificios, la riqueza de colorido, el sentido del espacio y de la atmósfera, la obra que nos ocupa ha tenido que ser realizada por un artista o artistas que tuvieron una familiaridad con las obras clásicas, como sólo podía tener lugar en Constantinopla.
Se trata de imitaciones de modelos antiguos, ciertamente laboriosas, que remiten a los primeros siglos del Imperio cristiano, pero los mejores ejemplos son algo más que copias; las escenas han sido dispuestas a modo de composiciones centrípetas, como en las ilustraciones de Cosmas Indicopleustes o en la serte de las "Homilías" de San Gregorio Nacianceno y el tono solemne de los personajes, la mirada pensativa y a veces lánguida de los protagonistas de la historia bíblica y la brillantez de los colores, pertenecen a la pintura bizantina de la época; pintura que, en el caso de los manuscritos, se va a caracterizar por una fidelidad completa a los modelos antiguos y una notable suntuosidad.
"La Biblia del Patricio León", de la Biblioteca Vaticana, interpreta a menudo los mismos modelos que el salterio parisiense y, a veces, refleja más espontáneamente las formas. En la escena de Moisés en el Sinaí, el paisaje rocoso, la personificación toponímica del primer plano y el grupo de los hebreos, tienen todo el frescor de las obras antiguas. Sin embargo, el pintor ha sido incapaz -contrariamente a los mejores pintores del salterio- de evitar las deformaciones grotescas de los movimientos rápidos o las desproporciones de los miembros de los cuerpos representados en escorzo.